Empezaré esta reflexión personal sobre mis resultados de aprendizaje hablando de todo lo que he tenido la suerte de aprender durante mi período de prácticas. Las prácticas de la carrera son puntos claves en nuestro aprendizaje como docentes y forman la parte que consolida los conocimientos teóricos de la carrera.
Mis segundas prácticas han sido breves, pero podría decir que intensas, he disfrutado todos y cada uno de los días que he estado allí. Ahora entiendo la frase de “todos los días se aprende algo nuevo” o “no te acostarás si saber una cosa más”. Porque es verdad, en las prácticas aprendes, se aprende de tu tutor, se aprende de otros profesores, se aprende de todos y cada uno de tus alumnos…
Aprendes a abrir tu mente y a mirar más allá de tus propios pensamientos, liberas tu forma de pensar para abrirte a diferentes puntos de vista. Y vives, sí vives, experiencias que van a ser el ejemplo que seguir en tu futura labor, ¿quién no ha escuchado alguna vez, soy como soy gracias a…, me he inspirado en…? Pues yo personalmente he recibido pequeños pedacitos de todos y cada uno de vosotros, me habéis guiado, me habéis aconsejado y sobre todo me habéis enseñado la mejor profesión del mundo.
Estoy a un pasito de terminar la carrera y no hay nada que me haga más ilusión, porque a partir de entonces oficialmente seré profesora, mejor no hablamos de las oposiciones jaja. Nunca me cansaré de dar las gracias a todos los que me han ayudado y enseñado durante este camino.
De mi tutor he aprendido muchas cosas, una de las que más me fascina es la habilidad para explicar a los alumnos cualquier contenido, personalmente me servía mucho. Hay veces que a mis compañeros y a mí, no se nos ocurren ciertas cosas por falta de experiencia y en esos momentos ves la agilidad del profesor para pensar una respuesta rápida, pensar una solución, etc. Cuando he estado poco a poco familiarizada con ello, he visto que consigo un pedacito de ese don del profesor que se basa en años de experiencia.
Otro punto que he aprendido más a fondo es todo lo que hay además de dar una clase, es decir, el trabajo que hay detrás de ello. Todo el peso que lleva hacer las cosas de forma correcta, las tutorías, los claustros, las reuniones, la coordinación con otros profesores, la organización continua, la necesidad de siempre tener una idea en mente, la creatividad y todo ese trabajo de los profesores que la gente en algunas ocasiones no valora ni aprecia. Por otro lado, he aprendido a desenvolverme mucho mejor en clase y a dirigir por mi misma el aprendizaje de los alumnos.
Con los profesores también aprendes de su lado personal, de sus experiencias y sus consejos. Mi tutor me daba la libertad de elegir y de hacer todo lo que quisiera, obviamente dentro de las posibilidades del centro. Sin ninguna duda, me llevo todo lo que he podido aprender con él y de él, me llevo una mano amiga.
Pero no he aprendido únicamente de los profesores o de mi tutor, porque de los alumnos también se aprende. Observas que todos tienen su forma de pensar, de actuar y conseguir sus metas, ves que cada uno tiene sus habilidades o dones, ves las cosas que se le dan mejor o las que le cuestan más, ahí es cuando aprendes. Aprendes que cada alumno es un mundo diferente, al igual que todas y cada una de las personas que forman parte de él. Se aprende a conocer sus intereses, a empatizar con ellos, a valorar todo lo que hacen y sobre todo a escucharlos, ¡qué importante es escucharlos!
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